Venezuela: inhabilitaciones,  guerra de desgaste y “enamorar al pueblo” y BRICS

Por Carlos Machado Villanueva

Se sostuvo en aquella ocasión que tras estos hechos  el Partido Socialista Unificado de Venezuela (Psuv) daría las  respuestas  necesarias, oportunas y proporcionales a las acciones implementadas desde el Pentágono estadounidense, en función de contrarrestar su sostenida y ya insoportable injerencia de  cinco lustros desde el triunfo en diciembre de 1998 del desaparecido presidente Hugo Chávez.

La diferencia es que en esta etapa -cuando se supone que hay un acuerdo entre los sectores y partidos  de extrema derecha venezolanos digitados desde EE.UU. y el Gobierno venezolano para realizar con plenas garantías democráticas dichas elecciones, conocido como el acuerdo de Barbados-  estas acciones imperialistas  han comenzado a ejecutarse recientemente  en forma  de guerra de desgaste y en cascada una vez conocida la inhabilitación de María Corina Machado, presidente del partido Vente Venezuela.

De acuerdo con los manuales de guerra de desgaste hay que atacar al enemigo por varios flancos a la vez, que es lo que sucede actualmente en el caso de Venezuela: Se caotiza la vida de la sociedad con el sabotaje de los servicios públicos; se siembra mediáticamente el desánimo y la desesperanza en la población;  se distrae la atención del liderazgo de los problemas más prioritarios por resolver; se impulsa una campaña mediática internacional de satanización y aislamiento internacional;  se desempolva el expediente de gobierno con vínculos con el narcotráfico;  y se estimulan conflictos fronterizos – territoriales  con amenazas bélicas con países vecinos y aliados al país del norte;  todo ello, como es archiconocido, en función de desalojar en este caso al partido creado por el desaparecido líder bolivariano Hugo Chávez de la conducción de los destinos del país, incluso cuando así lo ha decidido democráticamente el pueblo venezolano durante 25 años continuos.

Pero no se puede olvidar que cuando el «Tío Sam» no ha podido deshacerse de un gobierno desobediente a sus dictámenes por la vía electoral valiéndose de un candidato títere y manipulando la voluntad electoral,  como sucede con Venezuela, entonces activa sus planes golpistas. Tal es el caso del que acaba de ser develado, de carácter cívico-militar, cuya figura más visible es la politóloga, «experta» en asuntos militares, Rocío San Miguel

Y es aquí entonces cuando cobra mucha preponderancia  el contexto geopolítico en el que se dan los hechos. Se trata del país que posee la primera reserva mundial  de petróleo y  otras riquezas minerales estratégicas,  y cuyo control es clave dentro de los planes de dominación imperialista global estadounidense. Por lo que al hegemón del norte le urge tener en la silla del Palacio de  Miraflores a una ficha entreguista y apátrida como la ciudadana María Corina Machado, y como sucede hoy en Argentina, Perú, Uruguay y Ecuador hoy.

La gente de  a pie en su trajinar

Fueron varias las ocasiones en que este oscuro personaje pidió una invasión militar contra Venezuela;  incluso no menos grave, se trata de una persona que  está dispuesta, al igual que Milei en Argentina, a frustrar toda posibilidad  del manejo soberano de esta inmensa  riqueza,  y una de estas  se vislumbra con su pronto ingreso de Venezuela al poderoso bloque económico y de cooperación constituido por los países  BRICS constituido por Brasil, Rusia, India, China y Suráfrica, que ya supera  el Producto Interno Bruto del  llamado grupo de los G-7, que encabeza EE.UU.

Mientras tanto la gente de a pie continúa su  trajinar en procura de redondear los ingresos  familiares por las vías más efectivas a su alcance, de modo que estos lleguen a fin de mes, golpeados por una devaluación incesante  de la moneda nacional, el bolívar,  atribuida a la manipulación cambiaria con el dólar, una de las expresiones de la guerra híbrida que sostienen las elites de poder hegemónico estadounidense en connivencia con la oligarquía a la que representa la Machado, que incluye bloqueo económico y financiero,  y medidas coercitivas unilaterales, unas 900 en total, que han impedido el normal desenvolvimiento económico del país.

Fueron varias las ocasiones en que este oscuro personaje pidió una invasión militar contra Venezuela;  incluso no menos grave, se trata de una persona que  está dispuesta, al igual que Milei en Argentina, a frustrar toda posibilidad  del manejo soberano de esta inmensa  riqueza,  y una de estas  se vislumbra con su pronto ingreso de Venezuela al poderoso bloque económico y de cooperación constituido por los países  BRICS constituido por Brasil, Rusia, India, China y Suráfrica, que ya supera  el Producto Interno Bruto del  llamado grupo de los G-7, que encabeza EE.UU.

Ello ha conducido a que Venezuela perdiera  el 97 por ciento de sus ingresos por ventas petroleras, unos 300 mil millones de dólares, su principal industria generadora de divisas. No en vano el ex embajador  gringo William Rumsfeld sostuvo que la única manera de salir del gobierno bolivariano era «haciendo sufrir al pueblo», y ello es lo que ha venido sucediendo  con mayor virulencia desde el 2013 con la tan criminal agresión imperialista que ha puesto  a prueba la dignidad y la conciencia de ese pueblo para resistir y avanzar.

Esta realidad que  precarizó  en un tris los recursos públicos destinados a la inversión social en Venezuela,  obró su nefasto impacto  no solo en el bienestar social alcanzado por el pueblo venezolano entre 1.999 y 2012, sino además en el siempre necesario y revolucionario debate  popular de ideas en la esquina al que llamó permanentemente el desaparecido presidente Hugo Chávez, por el cual  florecieron en casi todas las esquinas de las principales ciudades del país  las famosas «Esquinas calientes».

 Recién se intenta revertir el intenso proceso de despolitización y desmovilización de la población venezolana bien planificado desde Washington,  y dónde la repentina, por no decir sospechosa muerte de Chávez, fue parte esencial de ese plan.

Volver a enamorar al pueblo

En este contexto el liderazgo pesuvista, encabezado por el presidente Nicolás Maduro,  intenta todas las vías  posibles para lograr revertir ese cuadro que analistas como Oscar Schemel consideran posible sólo si se emprende un proceso de re-semantización, re-significación y re-politización de la revolución bolivariana, o sea, un “Volver a enamorar al pueblo…”, apelándose para ello a las vías más heterodoxas. De manera muy particular en el plano  económico, como la de impulsar el emprendimiento juvenil y femenino.

Pero también en el plano de la movilización popular, como parece darse hoy en los territorios, cuando se intenta desde arriba incorporar a la población organizada a los debates sobre las 7 transformaciones políticas, económicas y sociales que requiere el país de cara al 2030.

Lo que es innegable a estas alturas, es  que la crisis económica y la hiperinflación inducida obligaron a la población a entregarse de lleno a la búsqueda de ingresos adicionales de modo de mantener el bienestar alcanzado hasta el 2012. Y también lo es  que: donde no hay acción revolucionaria permanente de la vanguardia política, esa movilización electoral no será en la proporción necesaria que exige la coyuntura. Y la que se avecina en este 2024 requerirá más que nunca  ganar con una contundente votación.

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